Pasa cada día después de "lo nuestro", avergonzada como si hubiéramos tenido sexo y hubiese quedado ante mí así, avergonzada.
Ese día, ella sólo me mostró con intención sus pezones castaños y grandes traslúcidamente detrás de su suéter, me enseñaba con insistencia detrás de su ropa sus tetas colgando y hermosas cuando se agachaba, y en posición de cuatro, doblando su cuerpo hacia abajo me dejó ver sus locas nalgas rebozando de su mini short, aglutinados y marcados por el borde de su ropa, despertando mi interés y erección para siempre. Fueron momentos cortos, pero muy intensos.
Y quedó avergonzada de mí. Qué sería si hiciéramos el amor y me dejara ser sin límites yo, si me permitiera ser el cerdo y buen amante que soy para probar todo de ella, todo. Qué sería si me me permitiera ser el enamorador y seductor fuerte que soy, me seguiría como perrita fiel, rendida ante mí para siempre.
Pero ahora se muestra hasta enojada, quiere vencer el amor que tal vez he despertado en ella, pretende alejarme con dureza que se impone. Evita mirarme a los ojos, se muestra esquiva. ¿Será que tiene otro?
Cada día la pienso con emoción de poseerla en acto sexual, ella sabe que lo nuestro es fuertemente sexual y que el amor no faltaría nunca, porque es dulce lo que me nace. Cada día espero sólo verla pasar y que me mire a los ojos.
De pura bronca si me ha traicionado me voy a ir del país.
Pero lo nuestro es para siempre.
César Ignacio.
